Los fallos de ambientación (que los hay) del primer episodio de 'Hermanos' son lo de menos. Lo importante es que la serie, aunque poco, sí ofrece algo de novedad en el cada vez menos reseco paisaje de la ficción televisiva española. Poco, pero algo. Seis episodios y un arco argumental ambicioso son motivos suficientes para darle una oportunidad a la serie que ayer estrenó Telecinco (para intentar rematar a 'Vivo Cantando', mucho más "blanca", en Antena 3, todo sea dicho).
Sin embargo, en los primeros minutos de este primer capítulo (el único que me han dejado ver) volvemos a enfrentarnos con uno de los peores cánceres de la televisión española actual: actores jóvenes y guapos pero muy mediocres impuestos por encima de grandes intérpretes maduros que están casi de adorno. Igual que ocurría en 'Gran Hotel' y ocurre en 'Velvet', los protagonistas de 'Hermanos' son actores muy limitados, con lo que la mezcla de 'Cuéntame', 'Los Soñadores' (perdón por la herejía) y 'La Mejor Juventud' (perdón por la herejía 2) queda coja desde el principio. Mientras tanto, Elvira Mínguez vuelve a repetir papel de señora agria y resignada y Carlos Hipólito parece estar parodiándose a sí mismo. Se supone que Álvaro Cervantes, Antonio Velázquez y María Valverde se son, de su quinta, de los menos malos, pero esa suposición igual también es un lugar común fomentado por sus agentes y clientes. Para empezar, creo que seguimos pensando que la señorita Valverde sigue siendo aquella niña morbosa de 'La Flaqueza del Bolchevique' y no: han pasado más de diez años (y más de diez películas y series malas) desde entonces. Los otros dos, los chicos, constan menos, lo cual, visto lo visto, es casi mejor.
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